Creció entre libros y tardes de biblioteca, eligiendo cuentos junto a su madre. Trine Danklefsen habla de la literatura infantil con la misma ternura con la que recuerda su infancia danesa. Hoy, como consejera de Política y Cultura de la Embajada de Dinamarca en Chile, promueve esa misma convicción: que los libros pueden ser refugio, herramienta y juego para los niños, incluso cuando hablan de temas difíciles.
En el marco de la exposición “Había una vez… en Dinamarca”, presentada en la Sala de Artes Visuales del Centro de Arte Molino Machmar, Trine ofreció la charla “Literatura infantil sin tabúes: la experiencia danesa”, donde ante una sala CAMM llena, no esquivó las preguntas difíciles: “¿Por qué queremos que los niños lean? ¿Para aprender las vocales? ¿O para formar ciudadanos críticos y activos?”.
Para la directora de arte, contenidos y programación del CAMM, Verónica Astudillo, “contar con experiencias anexas a las exposiciones propiamente tal, en este caso es súper enriquecedor ya que como vimos en la charla de Trine, la literatura infantil es un reflejo absoluto de la sociedad de un país”.
Conversamos con Trine acerca de su presentación y esto fue lo que nos dijo.
Trine: ¿por qué hablar de una literatura infantil sin tabúes?
“Porque la vida misma no tiene tabúes. A veces quisiéramos proteger a nuestros hijos de todo: de la muerte, del divorcio, del bullying, de la enfermedad… pero no podemos. Tarde o temprano esas experiencias llegan, y la literatura puede prepararlos. ¿Cómo? Puede entregarles palabras, imágenes, personajes que pasaron por lo mismo. En Dinamarca creemos que la literatura infantil no debe mentirles a los niños: deben acompañarlos. Es una apuesta por una infancia competente, capaz de entender, sentir, decidir”.
¿Esa mirada hacia la infancia está arraigada en la cultura danesa?
“Yo crecí en un país donde la literatura infantil era algo cotidiano, al alcance de todos. Había bibliotecas en cada barrio, y uno de mis recuerdos más felices es ir con mi madre a la biblioteca: ella se iba a la sección de adultos, yo a la infantil. Salíamos siempre con libros en la mano. Para mí los libros han sido fundamentales en mi vida y mi carrera. En Dinamarca, el respeto a la infancia es parte de la educación pública: no se trata solo de enseñar contenidos, sino de formar personas conscientes, activas en una democracia. En ese sentido, uno de los principales objetivos de un sistema escolar público es: crear ciudadanos críticos y activos en una democracia. Y para formar esos ciudadanos, se debe respetar a las infancias”.
¿Hoy los niños en Dinamarca siguen leyendo tanto como antes?
“También en Dinamarca es un desafío constante, pero los datos nos dicen que un niño en Dinamarca pide unos 50 libros al año en la biblioteca pública. Hay un sistema que sostiene ese hábito: bibliotecas públicas y escolares con todo tipo de textos, libros atractivos, ilustraciones potentes, historias que no subestiman a sus lectores. Los escritores e ilustradores crean pensando en niños competentes y eso marca una diferencia. Lo que sí nos preocupa ahora es cómo mantener esa conexión con la lectura en la adolescencia. Pero en la infancia, el vínculo sigue vivo”.
¿Qué diferencias notaste al llegar a Chile en términos de literatura infantil?
“Cuando me vine a Chile noté que la literatura infantil era distinta, quizás más cuidadosa al momento de abordar ciertos temas. Por eso, desde la embajada, durante años nos hemos dedicado a acercar los libros daneses a la cultura chilena. Creo que todos llevamos algo en el corazón que nos hace sentir orgullo de nuestro país. En mi caso, ese orgullo es la tradición literaria infantil danesa”.
¿Percibes un cambio en los últimos años?
“Sí, claramente. Aunque intento ser respetuosa y no opinar demasiado sobre políticas internas, he visto avances notables. Hay escritores e ilustradores chilenos que están haciendo un trabajo excelente, con una calidad a nivel internacional».
¿Por qué recomendarías la exposición “Había una vez… en Dinamarca”?
“Porque invita a mirar 200 años de literatura infantil danesa, con todo lo que eso implica. Hans Christian Andersen, por ejemplo, fue criticado en su tiempo por escribir sobre el abandono, la tristeza, la muerte… pero lo hizo desde una sensibilidad única. Sus cuentos no siempre tenían un final feliz, pero hablaba con verdad. Eso marcó un cambió para la época. En esta exposición podemos ver parte de ese trabajo, de una forma muy entretenida para los niños. Hay ilustraciones hermosas y cuentos disponibles para la lectura. ¿Qué mejor plan para una familia que compartir lectura?”, finaliza esta entrevista.
Información periodística: Ignacia Maldonado, periodista del Centro de Arte Molino Machmar. Contacto: comunicaciones@molinomachmar.cl