Para quienes han formado parte del Centro de Arte Molino Machmar (CAMM), la gestión cultural es, ante todo, un acto de compromiso con el territorio. Desde sus inicios, el proyecto nació de una convicción profunda: que el arte, cuando se construye colectivamente, puede transformar a una comunidad. Ese principio ha guiado a sus fundadores, Amparo Allende y Rodrigo Pezzuto, junto a otros colaboradores, varios de los cuales aún integran el directorio CAMM, a lo largo de más de dos décadas de trabajo silencioso, comunitario y, sobre todo, persistente.
Hoy, al cumplir nueve años desde su apertura, el CAMM se ha consolidado como uno de los espacios culturales más significativos de la región.
Mucho antes de convertirse en un referente regional, el edificio que lo alberga era un molino de 1932 que permaneció abandonado durante años. Su rescate no fue casualidad: formó parte de un deseo sostenido por crear un espacio cultural para Puerto Varas, un lugar donde la memoria, la creación y el encuentro pudieran coexistir.
Allende y Pezzuto recuerdan ese proceso como una tarea ardua, pero profundamente significativa: levantar un centro cultural desde las ruinas patrimoniales, respetando cada viga, cada pieza, cada orientación constructiva propia de un molino. Así el CAMM abrió finalmente sus puertas en octubre de 2016, pero su historia venía gestándose desde mucho antes.
“Es una corporación que no nace como corporación, sino como una organización comunitaria que creció gracias a la insistencia y el cariño de un grupo de personas que creíamos en la importancia del arte y la cultura para Puerto Varas”, recuerda Pezzuto Schmidt, director y curador de artes escénicas del CAMM.
Hoy, bajo la dirección ejecutiva de la socióloga Valentina Schindler, y la dirección de arte, contenidos y programación de Verónica Astudillo (distinguida con el Premio Regional a Artista que Difunde el Patrimonio 2022), junto a Daniela Senosiain, directora de vinculación y proyectos, el CAMM se ha consolidado como un centro profundamente conectado con su territorio. Sus cinco niveles albergan una cafetería, un auditorio, salas de exhibición, espacios para talleres y oficinas de administración y cowork. La mediación artística también ha cumplido un rol fundamental, acercando la programación y la cartelera cultural a más de 3.000 estudiantes de más de 50 colegios cada año.
“No es fácil convocar al público, ha sido todo un proceso educativo, con mediación, etc. En ese sentido hemos tenido que aprender a saber llegar a ellos y por eso trabajamos mucho con los colegios o agrupaciones de adultos mayores. Las visitas guiadas siempre están disponibles, y nos esforzamos por incluir tanto a colegios rurales como urbanos, públicos y privados”, explica la presidenta del directorio CAMM, Amparo Allende.
Y es que mantener vivo el molino ha implicado un esfuerzo sostenido. En casi una década se han presentado más de 45 proyectos a fondos públicos, de los cuales 26 han sido adjudicados, lo que ha sido fundamental para la continuidad de su labor.
“Sostener un espacio como el CAMM es una labor tan apasionante como desafiante, que solo es posible gracias a un gran equipo interdisciplinario de profesionales que vibran con su misión, y una amplia red de alianzas y colaboradores, partiendo por la Familia CAMM, el -1 Cine, Sernageomin Los Lagos, Café Machmar, artistas, talleristas, nuestros auspiciadores y la red de Amig@s CAMM. Junto a los fondos públicos y el apoyo del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras (PAOCC) son estas, y muchas otras alianzas, voluntades y presencias, las que permiten que el CAMM siga siendo un espacio vivo, abierto y profundamente comunitario”, precisa Valentina Schindler.
A vísperas de celebrar su primera década, el CAMM se prepara para un futuro consolidado, donde el desafío permanente es seguir siendo un agente activo en la vida cultural de las y los puertovarinos.
Un aniversario vinculado con la palabra
Tal como explican sus gestores, “el CAMM es un verdadero tesoro patrimonial que continúa siendo un referente cultural para la comunidad”. Este espacio sigue convocando e inspirando, piso a piso, “como las antiguas poleas de los molinos, que en su tiempo marcaron la vida del lugar”. Hoy, uno de sus principales objetivos es que todas y todos puedan conocer y disfrutar de este patrimonio viviente.
Por ello, el CAMM mantiene como prioridad que la mayoría de sus actividades sean completamente gratuitas, asegurando que nadie quede sin la oportunidad de participar y experimentar lo que este lugar tiene para ofrecer.
Para celebrar su trayectoria, el molino conmemorará su noveno aniversario el sábado 22 de noviembre, a las 19:00 horas. La jornada incluirá el conversatorio “Crítica gastronómica”, a cargo del periodista y escritor Esteban Cabezas, en la Sala CAMM (piso -1). Este año, la celebración se enmarca en la 8ª versión de la Feria del Libro Renueva tu Biblioteca, iniciativa que ha acompañado al CAMM durante años como uno de sus hitos emblemáticos.
“Como una de las áreas programáticas del CAMM, la literatura se ha consolidado como un eje territorial fundamental, poniendo en valor a escritores y editoriales locales y promoviendo el pensamiento crítico. La Feria del Libro Renueva tu Biblioteca, que este año llega a su octava edición, es parte esencial de ese camino y por ello quisimos cruzar esta celebración con el conversatorio del periodista Esteban Cabezas para luego compartir un momento de camaradería. El CAMM es un lugar del cual quienes trabajamos aquí estamos profundamente orgullosos: el talento, el profesionalismo y el cariño con que hacemos las cosas se reflejan en cada actividad. Quienes lo visitan por primera vez y quienes regresan descubren no solo un centro cultural, sino un proyecto vivo, humano y arraigado en la memoria y el territorio del sur de Chile”, finaliza Verónica Astudillo.