SOMOS RAÍCES

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SOMOS RAÍCES

10 ENE 28 FEB

2025

Voluspa Jarpa / Raquel Aguilar Colivoro

Artista invitada Violeta Molyneux

HORARIOS: MARTES A SÁBADO DESDE LAS 10:00 A LAS 19:00 HRS / DOMINGO DESDE LAS 10:00 A 14:00 HRS

SALA ARTES VISUALES / 2DO PISO

SOMOS RAÍCES, se conforma como una coreografía de poesía y materiales, ascendentes y descendentes.  Una extensión física del bosque de Contuy, Chiloé, que trae con ella el sotobosque del reino funji, con sus árboles nativos, las vertientes y turberas milenarias brillando al sol. Una infinidad de formas que componen las raíces y el tronco muestran las huellas de todas las vidas que le han acontecido desde ese silencio subterra: crecer atravesando todas las resistencias para asomar hacia la luz del sol.

En la Sala Artes Visuales del CAMM se pone en escena este diálogo de materiales: la Mujer Bosque (Cai coi), trenzada y tejida por la artista chilota Raquel Aguilar Colivoro, obra vestida de hojas y pájaros, que cuelga suspendida en el espacio patrimonial junto a las raíces y el tronco trozado de un canelo instalado por Voluspa Jarpa, reconocida artista nacional oriunda de Rancagua.

Esta obra fue gestada en la Comarca Contuy, y montada espacialmente para la Capilla Azul, con la curaduría de Ramón Castillo y Dan Cameron, y circula especialmente a Puerto varas para ser expuesta en el Centro de Arte Molino Machmar donde desde el suelo hasta el cielo se extienden las raíces, y al mismo tiempo, en las ventanas se aprecia una imagen monumental de la extensión del macizo andino que ha sido testigo milenario de todas las culturas y pueblos del territorio sudamericano.

RAQUEL AGUILAR COLIVORO

La quilineja es una raíz delgada que crece alrededor de los árboles en los bosques húmedos, como muchos de los que se encuentran en Chiloé. Asciende lentamente, trepando, rodeando y envolviéndose alrededor de los árboles, alcanzando una altura de trece metros o más. Después de una pausa prolongada, invierte su movimiento, regresando una y otra vez a donde emergió, hasta desaparecer en la tierra.

Raquel Aguilar hace excursiones regulares al bosque de Incopulli, cerca de Quellón, para recolectar quilinejas. Después de llevarlas a casa, las raíces se lavan, se hierven y se dejan secar, hasta que son flexibles para las manos y dedos. A partir de allí, la quilineja se puede trenzar en una cuerda duradera, una de las cuales Aguilar ha estado trabajando constantemente durante los últimos meses. Debe ser especialmente larga porque aparece en la exposición actual como un zarcillo animado, que se extiende desde el bosque adyacente hacia la capilla, se acerca desde arriba y se abre camino reptando silenciosamente hacia el interior.

Una vez dentro, la cuerda llega a los brazos y extremidades de la Cai coi, una mujer de tres metros que ahora se integra con su cuerpo tejido a la Capilla. Símbolo universal del origen de la vida, la Cai coi es a la vez mujer y bosque, fuente eterna de la flora y fauna vivientes que emergen al mundo material, haciendose visible y tangibles. Su tocado en la cabeza está adornado por golondrinas de invierno que parecen levantar las hebras de quilineja hacia el techo, añadiendo un aura de ambigüedad a las mujeres del bosque, una sugerencia de que la cuerda también es en realidad un medio para escapar de la capilla y regresar a su bosque, en este caso, volver a trenzarse con un Canelo.

VOLUSPA JARPA

Las trenzas de la raíz de quinileja, que hacen eco de las imágenes de la cordillera presentadas por Voluspa Jarpa, encuentran otra contraparte visual en el tronco fragmentado y las raíces de un canelo que estuvieron bajo tierra más de treinta años, hasta que fueron arrancadas en una reciente tormenta en Chiloé. De manera similar, la forma circular de la cordillera de los Andes puesta en las ventanas delanteras, que parece abrazarse a sí misma, guarda una similitud con los anillos internos del tronco del árbol, en la que se trazan los años de su vida. Jarpa articula aún más esta comparación entre lo que asoma y se hunde a través de imágenes digitales de la cordillera de los Andes, plegada repetidamente sobre sí misma hasta hundirse y desaparecer en el archipiélago de Chiloé, y emerger nuevamente en la Antártida.

 

La atención que Jarpa prestó anteriormente a la cordillera de los Andes generó, entre otras obras, su Ópera Emancipadora (2017), interpretada por personas que trabajan en estrecha relación con la naturaleza de la cordillera central. Sus obras en exhibición en Capilla Azul continúan esas investigaciones en forma de visualizaciones gráficas de la topología de las montañas y volcanes, junto con la estratificación de patrones de malestar social en la región andina, como si en conjunto, naturaleza y sociedad encontraran un punto de confluencia en imágenes de la contención y la erupción. La cordillera fragmentada, de arriba abajo, se transforma en un movimiento de anillos concéntricos, como estratos geológicos fragmentados y comprimidos convertidos en una silueta, una corteza que se lee en el tiempo. Otro video que se presenta en la Capilla, fue realizado por Violeta Molineux se titula “No quiero ser María” (2024), donde registra una acción de mujeres en Quellón, que avanzan a través del bosque hasta la orilla del mar.

El canelo, sagrado en la espiritualidad Mapuche, ha sido recuperado y llevado al interior de la Capilla, llevando consigo un sentido de la vida que constantemente se esfuerza por salir a flote: la corteza interior que deja ver sus manchas y roturas, y las raíces que suelen estar hundidas en el subsuelo, crecen en proporción directa a la fuerza y estabilidad que requiere el árbol en su ascenso. Las raíces son un recordatorio de lo que no vemos y vive en la oscuridad, porque está oculto a nuestra vista, nutriéndose e irrigando vida en la tierra, bajos nuestros pies, un mensaje donde el vivir es emerger y hundirse simultáneamente.