
Exposición Patrimonial 2021
La huerta familiar es una práctica transmitida de generación en generación por colonos alemanes y chilotes, que arribaron a la cuenca del lago Llanquihue, trayendo consigo conocimientos y tradiciones hortelanas que definieron su habitar y fueron determinantes en su capacidad de sobrevivir, adaptarse y transformar el paisaje.
A través de una encuesta realizada por el Centro de Documentación, CEDOC CAMM a 35 huerteras(os) del ámbito urbano y rural de la cuenca del lago Llanquihue se registran las prácticas, especies cultivadas, sus usos y manejos, dando cuenta del valor de la huerta familiar como legado biocultural.
La selección de especies cultivadas y posterior conservación y propagación, generaron un patrimonio vegetal hortícola, con variedades ancestrales únicas y específicas para este clima y geografía.
Estas huerteras y huerteros, son guardianes de un patrimonio vegetal único, frágil e irremplazable, sus saberes se formaron por generaciones de transmisión oral, observación y práctica permanente, pero están envejeciendo, y sus hijos ponen en la balanza el oficio laborioso, ante la facilidad e inmediatez del supermercado, lo que se traduce en la desaparición de las huertas.
A la fecha no hay estudios locales que identifiquen y registren su existencia, es por esto que el CEDOC CAMM, lleva a cabo esta investigación y exposición a cargo de la artista visual Amparo Allende Connelly para su rescate, resguardo y valorización, buscando traspasar estas semillas y saberes a nuevas generaciones de hortelanos que dada la crisis social, sanitaria y medioambiental revalorizan el huerto como herramienta de subsistencia, salud y soberanía.
Amparo Allende
Curadora e investigadora CAMM




LA HUERTA
Instalación de Amparo Allende Connelly
Este proceso de investigación me ha permitido conocer muchas huertas y quintas maravillosas, producto de un linaje femenino transmitido por generaciones que dan vida a un espacio íntimo y fundamental de nuestro patrimonio biocultural. El que surge a través de la siembra, resguardo y selección de las especies, creando un ecosistema único, especialmente adaptado a este nuestro tierra, clima y geografía. El huerto provee y sustenta a la familia y su comunidad. Este autosustento les brinda soberanía sobre el territorio, y el recetario que surge de los frutos de la huerta configuran su identidad.
Estas huerteras renuevan su siembra cada primavera con afán y sabiduría producto de toda una vida de aprendizaje, desde niñas a la siga de sus madres, con las manos en la tierra, atentas al clima y la luna, en observación constante de la evolución y desarrollo de sus plantas. Las que cuidan y nutren con amor de madres, para con ellas alimentar y sanar a sus familias.
El montaje largo y laborioso como el laborar anual de la huerta, recolecté , curé y sequé las especies más representativas y características de los huertos de la cuenca del lago Llanquihue. Esta instalación busca recrear el huerto desde su magia, diversidad, orden y por sobre todo su fragilidad.
Amparo Allende















